Carmen Sanz, Psicóloga especializada en Superdotación y Altas Capacidades: “Un momento crítico de los niños superdotados es a los 7 u 8 años, cuando empiezan a comportarse como preadolescentes, a interiorizar mucho sus problemas. Es un momento en el que hay que actuar»
Entrevista realizada a Carmen Sanz Chacón por El Faro de Vigo dentro del reportaje «Viaje a la mente de un niño superdotado»
«Paloma y Ángel no se habían dado cuenta de lo espabilado que era su pequeño Lois hasta que se lo hicieron ver en la guardería. También sus amigos se sorprendieron de la precocidad del crío. Con poco más de 2 años “se orientaba muy bien y aprendía las palabras con gran rapidez; donde otros niños dicen coche, el ya diferenciaba: camión, volquete y con 3 años se aprendió los nombres de todas las provincias”. Lois tiene ahora 5 años, vive en Pontevedra y es uno de los más de mil niños que hay en Galicia con altas capacidades, es decir, más inteligentes que la media.
Lois fue valorado de precocidad intelectual en la Unidad de Altas Capacidades de Santiago cuando tenía 2 años y 10 meses, la edad mínima para comprobar si hay una predisposición a un mayor desarrollo de las capacidades de su cerebro. De momento “tiene una autoestima muy alta y es muy competitivo, aunque no sé si es por su forma de ser o por su precocidad intelectual”, explica su madre. “Tenemos que trabajar mucho con él, decirle que es normal que se falle en algo, que de los errores también se aprende”, comenta Paloma. Entre los niños de altas capacidades se dan varios perfiles. En el caso de Lois “es un perfil de líder y tiene bastantes amigos, aunque es muy impulsivo y quiere aprender todo muy pronto”, añade su madre.
El vigués Antonio –nombre ficticio– es el padre de una niña de 15 años superdotada. Su hija tiene un cociente intelectual de 140, y con apenas seis años “ya leía muchísimo, devoraba los libros, con un paseo constante a la biblioteca pública”. Aunque sospechaban que tenía un precocidad intelectual, sus padres no acudieron a los especialistas hasta que su hija tuvo 13 años; “como no tenía demasiados problemas relacionales, quizás fuimos excesivamente tranquilos a la hora de ir a un psicólogo”, lamenta Antonio, que recomienda a los padres que busquen una valoración cuando sospechen que su hijo tiene una capacidad intelectual por encima de lo normal.
“Lo más importante –señala– es la detección; sacarles a ellos un peso de encima y hacerles ver que no son diferentes a los demás, simplemente que poseen un don que otros no tienen”. En su caso, comprobar que su hija era superdotada fue una tranquilidad para todos, “pero sobre todo para nuestra propia hija, al ver los motivos por los que se sentía diferente. Cuando vio los resultados y que no tenía ningún tipo de problema, sintió una liberación y una enorme tranquilidad; en ese momento terminaron sus problemas y ahora está perfectamente integrada con sus compañeros de instituto”, refiere su padre. Otro paso importante fue cuando su hija empezó a acudir a la Asociación de Altas Capacidades de Galicia porque pudo estar en contacto “con niños que tenían exactamente todo el potencial que ella podía tener, se dio cuenta de que no era un bicho raro”.
Por último, Antonio anima a los padres a que acudan a los especialistas en cuanto detecten una precocidad intelectual en sus hijos, “porque les harán un gran favor, su vida va a cambiar totalmente”. Aunque el papel de los progenitores es fundamental, este padre vigués es consciente de que en muchos casos serán los profesores, que están más en contacto con la actividad intelectual de los niños, quienes deben proponer esa valoración. “No es algo tan difícil de detectar para un profesional de la educación; lo difícil es no captarlo”, concluye.
Rechazo y acoso escolar. Al no encajar con los niños de su edad, es frecuente que los críos superdotados sufran rechazo por parte de sus compañeros de estudio e incluso acoso escolar. Es el caso de un niño santiagués de 12 años de altas capacidades y cuya madre prefiere mantenerse en el anonimato. En 1º de Primaria su hijo empezó a tener problemas en el colegio. “Venía muy disgustado, porque como terminaba las tareas demasiado rápido – explica su madre–, lo expulsaban al pasillo para que no molestase a los otros niños. Cuando me enteré fui a hablar con el director, porque lo lógico era que le diesen más trabajos, pero no expulsarle, porque se trata de niños hipersensibles y muy preocupados por cuestiones de justicia social”.
Hace un par de años, el chaval empezó a sufrir acoso escolar por parte de compañeros y no quería ir al colegio, por lo que su madre se vio obligada a cambiarlo de centro escolar, “pero continuaron los problemas”; el próximo curso empieza a estudiar en un instituto. Critica esta madre santiaguesa “la falta de atención a estos niños en los centros escolares, hasta el punto de muchos profesores no son informados por el orientador de los casos de altas capacidades”.
En su caso vive el problema de su hijo como el que ella misma sufrió de pequeña “pues fui también una niña con alta capacidad intelectual, aunque en aquella época no se prestaba apenas atención a estas cuestiones. La única opción que se contemplaba era la de pasar los cursos de dos en dos”. Su hijo participa ahora en talleres para niños de altas capacidades, tanto en la sede de Santiago como en el centro vigués de Inventivas, donde se encuentra muy a gusto. “Más allá de la actividad intelectual –explica su madre–, lo más importante es que estos niños se relacionen con los demás y que sean felices”.
Una madre viguesa socia de Inventiva, que también prefiere permanecer en el anonimato, critica las carencias del sistema educativo a la hora de valorar los casos de altas capacidades. Tiene una niña de 6 años con precocidad intelectual y lleva esperando tres años por las pruebas pertinentes. “Hace tres años –añade– presenté en el colegio unos informes de profesionales y sigo esperando una valoración. El equipo de Orientación específico nos dice que hay que esperar, para que la niña se olvide de las pruebas que le hicieron los psicólogos y no repita los resultados. Entra ahora en Primaria y sigue sin estar valorada”.
Mientras tanto, esta madre ve cómo su hija pierde motivación en el colegio, porque los profesores no responden a sus preguntas para centrarse en los demás. “Yo lo entiendo, porque tienen que atender a 25 alumnos, y algunos de ellos con necesidades específicas, pero si tienen un caso de altas capacidades deberían también hacer un seguimiento”. Esta socia de Inventiva se dio cuenta de la precocidad de su hija cuando “con 3 años me discutía las cosas que le mandaba, se planteaba si tenía que hacer lo que le decía o había otra alternativa. Si discutíamos así cuando tenía tres años, ¡qué iba a pasar cuando tuviese 15!… y me planteé que aquello no podía ser normal”. Fue entonces cuando acudió a psicólogos especializados, que detectaron su precocidad intelectual.
Argumenta la madre viguesa que estos niños, con el adecuado seguimiento de los profesores, pueden servir para motivar también a sus compañeros de clase, porque “como me decía una profesora, ve las cosas antes de que lleguen y en 3D. Sin embargo, se rebela cuando le mandan repetir algo que ya ha superado: pero por qué tengo que hacer esta ficha si ya he hecho cinco iguales”.
La también viguesa Beatriz –nombre ficticio– tiene dos hijos con altas capacidades, un niño de 11 y una niña de 7. “En el caso del mayor explica era obvio que tenía un elevado cociente intelectual: aprendió a leer el solo viendo carteles en la calle y a escribir con 3 años y medio. Era un niño al que le gustaba estar con adultos; con 4 años hablaba como una persona adulta”. Tuvo que luchar para que le hiciesen una valoración correcta, “porque en el colegio no lo diagnosticaron bien: me dijeron que tenía déficit de atención, que no tenía, y querían medicarlo.
Falta formación, porque si yo le hubiera hecho caso al orientador del colegio, mi hijo estaría medicado desde los 8 años”. Lamenta Beatriz que “los colegios pasan de ellos ampliamente de estos casos, hasta el punto de que mi hijo tuvo problemas de adaptación”. Años después le llevó a Madrid a realizar unas pruebas en un centro especializado. Al año siguiente contactaron con el centro de la Asociación de Altas Capacidades de Galicia en Santiago, al que acuden ahora sus dos hijos, “aunque en el caso de su hermana su precocidad intelectual no es tan obvia como en el mayor”. También son socios de la asociación Inventiva de Vigo.
Un entorno adecuado ¿Y qué sucede en la mente de un niño superdotado? “Son más maduros que los niños de su edad. Un niño superdotado, a los 10 años tiene una cabeza de 13. Su capacidad de aprendizaje, su razonamiento, su lógica, incluso su lenguaje y sus intereses son de niños más mayores. Por eso no encajan demasiado con los niños de su edad, y por eso a veces son víctimas de rechazo o incluso de acoso escolar”, explica Carmen Sanz Chacón, psicóloga clínica con habilitación sanitaria especializada en Superdotación y Altas Capacidades.
La también fundadora del centro El Mundo del Superdotado y la Fundación El Mundo del Superdotado comenta que “no son niños raros, lo que sucede es que no acaban de encajar con su entorno y se vuelven retraídos. Si los ponemos en un entorno adecuado, con niños de su edad mental, normalmente se desarrollan bien y no tienen por qué generar problemas”.
¿Cuál es la edad más crítica para un niño superdotado?
¿Y cuál es la edad más crítica en estos niños? Para la responsable de El Mundo del Superdotado, “aunque en algunos casos los problemas pueden aparecer muy pronto, con tres o cuatro años, una etapa muy crítica se da a los siete o los ocho años. Ahí los niños superdotados empiezan a comportarse como preadolescentes, empiezan a interiorizar mucho sus problemas y hay que actuar. Cuanto antes se empiece a actuar, mucho mejor”.
Otra cuestión importante es su educación afectiva y emocional. Uno de los principales problemas de los superdotados es la falta de comprensión de entorno, lo que les lleva a no relacionarse adecuadamente. Por eso, aunque se les acelere de curso, es conveniente trabajar con ellos para fomentar sus habilidades sociales, para que aprendan a integrarse mejor con su entorno. Frente a quienes cuestionan la conveniencia de pasar a esos niños a un curso superior, Carmen Sanz afirma que “todos los niños acelerados de curso, con un seguimiento adecuado, tienen muchos menos problemas que los que permanecen con los de su edad cronológica. Es además lo que aconsejan los expertos internacionales”.